Nuevos paradigmas y marcos de la innovación para incluir en vuestros próximos planes
Siempre hay nuevas maneras de plantear, trabajar y estimular la innovación. Pero, actualmente, ¿qué nuevos horizontes se plantean en metodologías y paradigmas?
En este artículo invitamos a descubrir algunas nociones y paradigmas nuevos, emergentes, de la innovación. Queremos provocar nuevas prácticas y enfoques que además son y serán más amables con dimensiones económicas, sociales y ecológicas
Escrito por Elisabet Roselló Román
La innovación se puede entender como la consecuencia de un conjunto de actividades que dan lugar a un producto o una práctica novedosa (“objeto” para entendernos). O bien como un proceso.
Para algunos ámbitos, tanto académicos como empresariales o incluso institucionales, solo puede restringirse a una novedad tecnológica o técnica que se difunde y adopta a través de mecanismos y dinámicas de mercado. Como se suele decir, una innovación sin adopción de mercado es solo una idea.
Para otros ámbitos y entidades, como bien apuntó el historiador sobre la materia Benoît Godin, se ha ensanchado su significado, hasta el punto de ser sinónimo de práctica novedosa en un sentido muy amplio, rompiendo con esa definición economicista.
Por ejemplo, entender la innovación una práctica que no necesariamente se difunde mediante esas mecánicas de mercado, sino que puede difundirse como un meme, a través de otras dinámicas sociales y culturales. Y que permitiría explicar la difusión y adopción de ideas y sus aplicaciones, tanto en el pasado como en el presente.
Por ejemplo, detrás del trabajo sociológico de Everett Rogers La difusión de las innovaciones (1962), de donde sale el tan preciado concepto Early adopters, y la curva de la adopción, la evolución de una idea a innovación no se puede explicar sin otros factores y dinámicas de un carácter puramente social y no solo de mercado.
O la famosa curva del Hype de la consultora Gartner (ca. 2000s), explica de nuevo la evolución de una idea a una innovación, luego una tecnología madura e integrada en una industria a través de un conjunto de mecánicas que no son exclusivamente económicas, sino socio-culturales, como el propio concepto del hype o creación de expectativas.
Hoy en día, la innovación está tomando multiplicidad de apellidos y, además de aplicaciones, nuevos procesos. La innovación social, por ejemplo, apela a transformar estructuras sociales, o bien a mejorar la situación de un grupo social.
No tanto mediante la inclusión de nuevas tecnologías como mecanismo de transformación, sino más a través de una buena comprensión del problema, y la aplicación de intervenciones sociales, culturales, económicas o políticas: crear nuevas comunidades o sistemas de organización, desarrollar protocolos u otro tipo de herramientas sociales que ayuden a alcanzar unos objetivos, proponer nuevas perspectivas éticas...
En los últimos años, hemos podido escuchar y leer nuevos enfoques de todo tipo sobre la innovación que tratan de dar respuesta a diferentes retos, aunque usualmente en la escala de producto-usuario. Se ha tratado desde las necesidades de consumo detectadas hasta los deseos potenciales por ser cubiertos en un producto. Pero poco a poco se dirigen hacia retos globales acuciantes y una mirada de mayor complejidad. O no se dirigen, pero son impactados por ellos (geopolítica, marcos regulatorios sobre sostenibilidad…).
Sin embargo, desde una perspectiva de análisis de discurso sobre la innovación, vemos que soterradamente operan unos principios y paradigmas más bien diferenciados entre clásicas concepciones y nuevas formas de concebir la innovación.
Tenemos que entender que los principios y paradigmas desde los que parte cualquier metodología, o incluso marco de trabajo, operan como un conjunto de principios lógicos que dan coherencia a las propuestas y toma de decisiones.
Además, esos paradigmas participan de una Visión del mundo. Esa visión del mundo es el marco de referencia. Todo el mundo tiene una visión o modelo del mundo en mente. Esto, por tanto, significa que afecta también a quiénes toman todo tipo de decisiones y generan hipótesis estratégicas (en forma de planes) o de resultados.
Los paradigmas y luego los modelos de visión del mundo (worldview) conducen a generar unas expectativas específicas sobre cómo se supone que un entorno, un grupo de personas o el mundo debería comportarse, cambiar y evolucionar, y qué se definiría como inverosímil.
Cuando se presentan paradigmas asociados a otras lógicas desconocidas o incluso que entran en contradicción, entonces es habitual que genere susceptibilidad o incomprensión. Hablamos, en esos casos, de fricciones culturales. Por ello, creo que es interesante pararse un momento para exponer algunas de esas nuevas nociones.
Nuevas nociones
Algunas corrientes que emergen, como por ejemplo la Innovación Dirigida por Retos o la Innovación Orientada por Misiones, que no son metodologías de un solo tipo sino marcos teóricos, operan con más, o menos, de esos nuevos paradigmas transdisciplinares (de ciencias sociales que van de la Economía a la Sociología).
Otras corrientes de las que hablo, quizás, son más bien metodológicas para una escala de organización más pequeña, es decir, que no se ocupan tanto por crear un cuerpo teórico sobre la macroeconomía o las dinámicas macrosociales, sino cómo diantres desarrollar productos en estos nuevos contextos o en mercados con dinámicas muy complicadas: por citar alguna, Domain Driven Design para el dev tech.
Algunas tienen más vinculación con una perspectiva puramente ecológica o vinculada con la sostenibilidad, pero otras trascienden el marco de la ecología para plantear una mirada que abraza y parte de la complejidad actual, de manera transdisciplinar o transsectorial.
Aquí he recogido algunas de esas nociones vinculadas con nuevos paradigmas de la innovación. Para generar contraste entre lo más conocido y lo más emergente, lo he estructurado entre 2 columnas.
Sin embargo, algunas ideas que aparecen en la columna central, seguramente estarían en la novedad hace 15 o 20 años. No hay que verlos como una dicotomía ni necesariamente un juego de suma-cero, puesto que bastantes de esas ideas novedosas no necesariamente anulan o cancelan las anteriores.

Algunas fuentes de referencia sobre los nuevos enfoques: Innovación dirigida por retos (OCDE, las agencias públicas Vinnova, Sitra...), Innovación orientada por misiones (Mariana Mazzucato...), Pensamiento Sistémico aplicado a organizaciones (Meadows, Lackoff, Gharajedaghi...) o de complejidad (Cynefin Company...), diseño sistémico estratégico (D. Hill, Sitra, Dark Matter Labs...), lógicas de plataforma y ecosistemas (Team Topologies, Domain Driven Design Conference, Boundaryless). Y más que no estarán citados pero están trabajando en líneas que resuenan con todo lo anterior (economías ecológicas aplicadas...).
Un enfoque más (eco)sistémico
Los ecosistemas económicos o de la innovación (ámbitos en los estamos ahondado en Postfuturear desde estos nuevos paradigmas) ya no son conceptos ajenos o hiper-novedosos para los innovadores.
Pero guardan ciertas incertidumbres sobre cómo hacerlos más operativos, viables a su aplicación, que sean prácticas económicamente sostenibles. O si son para todo el mundo o solo para actores de grandes volúmenes, con muchas capacidades.
Los enfoques de un carácter más sistémico (que no holístico) han revolucionado la comprensión de la innovación al trasladar el foco desde actores individuales hacia las redes de interacciones entre actores (stakeholders) y recursos que las posibilitan. Pero, además, que han introducido conocimiento propio de diferentes disciplinas de las ciencias sociales.
Es decir, tal como planteó en su momento el músico Brian Eno, nos desplazamos de una lógica del genio individual (el inventor inspirado y creativo, el emprendedor crack genio) a la lógica de los Escenios.
“Cuando miras a cualquiera de esos artistas (genios), encuentras que vivieron y fueron conducidos desde una escena cultural floreciente y muy activa. Donde ellos fueron solo uno de los elementos de esa escena. Todas esas personas llamadas “genios” se sentaron en medio de algo que llamo “escenio”. Mientras que a genio se le llama a la inteligencia creativa de un individuo, el escenio es la inteligencia creativa de una comunidad”.
Brian Eno en 2016. Ejemplos históricos documentados están en las escenas y redes de arte de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, resiguiendo figuras como Pablo Picasso, o espacios como Els Quatre Gats, el Chat Noir barcelonés.
Los ecosistemas de innovación se caracterizan por la interdependencia entre sus componentes, donde el valor se crea a través de colaboraciones que trascienden las fronteras organizacionales tradicionales.
En cierto modo, los escenios artísticos de Eno apelan a ecosistemas de arte e ideas, donde participaban artistas amateur, artistas consolidados, compradores de arte y mecenas y otros creativos y pensadores de la época, espacios físicos como círculos de arte o bares o cafeterías tolerantes a formas emergentes de expresión más abiertas o radicales.
Los ecosistemas de innovación funcionan como redes de organizaciones de varios tipos empresas (podrían incluirse cooperativas), universidades, gobiernos y entidades de otros tipos (los famosos grassroots), haciendo posible la germinación de nuevas oportunidades. A veces de manera intencional y expresa, a veces con la información de esas colaboraciones menos distribuidas dentro de esa red.
Frente a un entorno cambiado por transformaciones económicas y políticas (geopolítica, concentración de la propiedad empresarial en nodos corporativos cada vez más concentrados...), ecológicas y tecnológicas, además de sociales, los retos son más novedosos, de escalas cada vez mayores, y plenos de incertidumbres.
Por lo que la I+D+i para afrontar retos complejos, estriados, de múltiples factores no puede ser viable para un solo actor siquiera.
Otro beneficio de los ecosistemas es que la gobernanza de las decisiones, y los beneficios, se pueden distribuir si se desea.
Podéis ver, por ejemplo, la Stewardship Economy, que ha inspirado incluso a otro modelo, la Steward Ownership. O si me dejáis ser más radical, el trabajo de la primera mujer que ganó un premio Nobel de Economía, Elinor Ostrom, sobre cómo elaborar balanzas para una economía de bienes comunales.
Por ello, la creación de redes de colaboración y una estructura para la toma de decisiones es esencial, basadas tanto en la complementariedad de conocimientos y capacidades, y para distribuir otros tipos de riesgos de manera más ética y transparente, o para la toma de decisiones (gobernanza).
Un enfoque que ha estudiado desde un ángulo muy distinto el desarrollo de transformaciones sociales y tecnológicas (socio-técnicas) es la Perspectiva Multinivel (Multi-level Perspective o MLP), desarrollada por investigadores de la talla de Frank W. Geels, René Kemp, Arie Rip, entre otros. Un enfoque que está tomando acogida en entornos como la ONU, la UE, o la Generalitat de Catalunya, entre otros.

Este enfoque está orientado a dar un marco de conocimientos sobre cómo las transiciones tecnológicas son posibles, en específico las energéticas.
Y también se orienta a explicar por qué algunas innovaciones no prosperan en su adopción o amplificación, y otras devienen con el tiempo regímenes tecnológicos. Este enfoque, por tanto, trasciende mitos sobre la disrupción.
Para conseguir lo anterior, precisa entender cómo las escalas más pequeñas, las escalas de las pequeñas organizaciones o tamaño “persona”, se encajan en las escalas mayores, las de la macro-economía.
Estas diferencias de escalas no deben verse como una metáfora del zoom engrandeciéndose – empequeñeciéndose (zoom-in zoom-out), sino como dominios donde operan comportamiento, lógicas y necesidades distintas. A pesar de que la escala mayor parezca la suma de varias partes (micro-escala), en realidad es “más que la suma de las partes”.
Para poder estudiar mejor esas transiciones, y más aún, realizar planes de intervención o modificación o como gusta ahora decirse, “diseño de futuros”, es importante tener esa perspectiva multi-nivel.
Proponen 3 niveles de escala: micro, meso y macro.
Y advierten de la importancia de no reducir el análisis ni la planificación a la esfera tecnológica, sino comprender la importancia de al menos 6 aspectos que siempre se entretejen: tecnología, cultura, política(s), ciencia, mercados y preferencias de usuario, e industria.
Es mucha más amplia y profunda esta teoría, pero, desarrollada en los últimos 30 años, es una muestra de cómo las lógicas y paradigmas a los que apelaba se han desarrollado para tratar con diferentes necesidades de la innovación.
¿Qué puedes hacer al respecto?
Entender los ecosistemas de innovación está muy bien, pero lo importante es saber cómo aplicarlo en tu día a día.
Aquí tienes acciones concretas que puedes empezar a implementar, sin importar el tamaño de tu empresa o tu posición, para conectar con algunas de estas lógicas. El objetivo de lo que aquí propongo es comenzar la casa por los cimientos (o mejor dicho, uno de varios pilares, el económico para otro día): transgredir los paradigmas que guían la práctica.
1. Mapea tu ecosistema actual
Antes de cambiar algo, necesitas saber dónde estás. Haz una lista de todos los actores que podrían influir en tu innovación: desde los stakeholders clásicos (clientes, proveedores, competidores) hasta otros agentes que pueden interpelar a vuestra actividad o incluso área de acción de vuestro propósito:
Universidades locales y centros tecnológicos.
Asociaciones sectoriales y clústeres.
Entidades públicas que regulan, impulsan concursos, modulan discursos.
Asociaciones cívicas que piensan otras soluciones desde otras lógicas, o que apelan a problemas de calibre social o ecológico y se han tratado hasta la fecha como meras externalidades económicas.
Usuarias y consumidores tratados como algo más que Alpha-testers.
No te quedes solo con lo obvio. Pregúntate: ¿quién más se beneficiaría si mi innovación funciona? ¿Quién se vería perjudicado? ¿Qué reguladores podrían frenar o acelerar mi proyecto? Este mapeo te dará una foto real de tu entorno.
2. Sal de tu burbuja
No solo vayas a los mismos eventos del sector donde se hace eco como una cámara de las mismas ideas y narrativas de siempre. Apúntate a otro tipo de congresos, visita universidades, participa en meetups o encuentros de redes (no solo de startups), sostén a otro tipo de creadores (no solo de contenidos) como makers, pequeños estudios que aspiran a crecer... Las mejores ideas suelen venir del cruce entre sectores distintos.
Mapea y especula qué sectores podrían ser potencialmente complementarios. Para ello, puedes utilizar un reto exterior como segundo punto de partida (como por ejemplo, un reto de sostenibilidad) para realizar el mapeo. El primer punto de partida es, efectivamente, tu organización.
Puedes dedicar un tiempo a tejer relaciones con personas de esos otros sectores. Que no se queden en un mero café “quiero que me expliques” sin un retorno ni sin conocer a esa persona de nada ni haber tejido confianza, sino que haya una potencialidad y un firme compromiso de colaboración detrás. La era de “quizás encontremos sinergias” como frase vacía sin un compromiso firme, quedó atrás.
3. Construye puentes, no muros
En lugar de proteger tus ideas como secretos de estado, encuentra formas de crear valor compartido; hazlo a lo Open Source con retornos sostenidos. Identifica a otros actores del ecosistema que podrían beneficiarse de colaborar con tu organización o contigo, incluso si hoy son competidores.
Piensa en plataformas en lugar de productos. ¿Cómo podrías hacer que otros construyan encima de lo que tú haces? ¿Cómo sostener a los que han creado la base de esas apps con las que has construido una solución, o de la librería de donde bebe la IA de código en la que os basáis? Sin sostenimiento económico de esos pequeños grandes creadores, a largo plazo desaparecen.
4. Actúa en el “juego largo”
Los cambios de ecosistema no pasan de la noche a la mañana. Ni son gradientes de gris que van del blanco al negro de manera homogénea y sostenida.
Mantén proyectos que den resultados hoy, pero invierte también en cosas que darán frutos en 5 o 10 años. Y crea plataformas o lanzaderas a medio plazo que abran varias posibilidades.
Participa en las conversaciones sobre el futuro de tu industria. Únete a comités, influye en regulaciones, colabora en estándares. Si no participas en definir hacia dónde va tu sector, otros lo harán por ti.
5. Mide lo que importa de verdad
Cambia tus métricas. No solo midas ventas o beneficios a corto plazo. Pregúntate: ¿cuántas conexiones nuevas he hecho este año? ¿En cuántos experimentos estoy participando? ¿Qué tan diversa es mi red de contactos?
Estas métricas "blandas" son las que te preparan para las oportunidades del futuro.
6. Empieza por lo pequeño: crea una bola de nieve para el largo plazo
No necesitas transformar toda tu estrategia de golpe. Elige una de estas acciones y ponla en práctica durante los próximos tres meses. Cuando se convierta en hábito, añade otra.
Recuerda: en los ecosistemas de innovación, el tamaño no es lo más importante. Una startup bien conectada puede tener más impacto que una gran empresa tradicional. Lo que cuenta es tu capacidad para crear conexiones valiosas y adaptarte cuando el entorno cambia.
El futuro pertenece a quien mejor sepa orquestar redes de colaboración, no a quien mejor sepa competir solo. Más entre los retos tanto globales como más locales que vemos en el día a día y cambian reglas de juego.
Es momento de invertir en explorar estos nuevos fundamentos y paradigmas y cómo se aplican para generar valor.
En Postfuturear ayudamos a las organizaciones a explorar esas nuevas dimensiones y tener más claridad de qué posibles rutas existen para una aplicación -vamos más allá del mero futureo.